La cara es el espejo del alma. Luce un rostro fresco e hidratado para que el maquillaje sólo tenga que darle brillo. Para que nuestra piel absorba plenamente los componentes activos de las cremas y geles hidratantes, debe estar limpia. Solo de este modo los principios que aportan los tratamientos de belleza alcanzan su mayor eficacia. Por eso la limpieza facial es el paso previo de cualquier tratamiento hidratante.
La piel del rostro es muy delicada y debe limpiarse al menos dos veces al día pero sin excedernos ya que una limpieza excesiva podría resecarla. El proceso de limpieza apenas exige unos minutos pero sus resultados resultan óptimos a largo plazo. Como regla general recuerda que la piel no debe estirarse bajo ningún concepto y que los movimientos de aplicación de los productos de higiene deben ser siempre hacia arriba y circulares, usando para ello las puntas de los dedos. De este modo activaremos la micro circulación de la zona.
Los pasos básicos de una higiene facial correcta pasan por el uso de una leche limpiadora en el cuello y cara que servirá para retirar los restos de maquillaje y eliminar las impurezas. Si utilizas esponjas faciales evita las de material plástico y opta por las naturales o por los cepillitos con cerdas suaves que hay que mantener limpios y en lugar seco.
El uso de tónico o astringente es aconsejable pero no indispensable. Su función tradicional ha consistido en limpiar los residuos de la leche limpiadora y ayudar a cerrar los poros pero en la actualidad los modernos tratamientos de limpieza aúnan estos efectos en un único producto.
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